Ayer por la mañana, llegaron a La Quiaca el salvavidas Rodrigo Fernando Avaca (25), hijo de Elebrando Avaca, el benefactor de la Puna fallecido el 2 de este mes en Buenos Aires, luego de ser sometido a una intervención quirúrgica, tras haber regresado de su último viaje a la Puna (el número 15) donde dejó a sus “changuitos” y familias de la zona, los numerosos obsequios que pacientemente fue recogiendo en Buenos Aires, entre sus amigos y otros empleados del Banco Hipotecario, institución en la que se había jubilado.
El propósito de Rodrigo Fernando Avaca, fue cumplir con el deseo póstumo de su padre y por eso trajo las cenizas, ya que el pasado viernes, una parte de las mismas, llevadas por la esposa de Elebrando, Susana Mannucci, las hijas Vanina Lorena, Valeria Marina y el propio Rodrigo Fernando, quedaron en la ciudad de Embalse Río Tercero, Córdoba, donde había nacido el benefactor y también quería que fueran esparcidas por los cerros y los polvorientos caminos de la Puna que tanto amó.
De común acuerdo, el intendente Suárez y el hijo de Avaca, determinaron el lugar donde ayer, después de medio día, se esparcieron esas cenizas allí se reunieron muchos de los amigos de Avaca y beneficiarios, todos estos años, de la generosidad de este espíritu único, que tenía tan notable finalidad, al llegar a esta inhóspita región en apoyo de sus niños y las familias.
Y así, satisfecho su postrer deseo, Elebrando Avaca, ya nunca abandonará los vientos de la puna, ni dejará de caminar por las polvorientas rutas, buscando un hogar perdido entre los cerros, a un niño inválido, para dejarle su silla de ruedas y entregando medicamentos en hospitales y salas de primeros auxilios y el infaltable pan dulce navideño.
Incorporado al viento, seguirá resonando en el ronco gemir del erquencho y en el acompasado batir de la caja, acompañado del plañir de los sikuris.
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